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Entre Pablo y Diego, el hábitat natural de Andrés

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Andrés Romero logró este domingo su cuarta puerta grande junto a Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura en otras tantas tardes compartidas con ellos. Dos de ellas fueron el año pasado en Huelva y en Huesca. Las otras dos han sido en 2014 en Don Benito y Zafra. Cuatro triunfos entre los más grandes y a la altura del máximo nivel de exigencia que entraña medirse con semejantes genios.

 

Pero si algo ha demostrado Andrés Romero ya reiteradas veces a lo largo de su trayectoria es que es en las grandes ocasiones cuando saca de sí su mejor nivel. Torear con Hermoso y con Ventura situa a quien lo haga en medio de una rivalidad tan marcada como cierta. Son contadas las ocasiones en que se enfrentan y es palpable la tensión evidente que se traslada también al ruedo en sentido positivo porque multiplica por mucho el nivel de competitividad entre ambos por demostrar quién es el mejor. Quien ose situarse enmedio de ese fragor ya sabe a lo que se expone: o rinde también a su más alto nivel o corre el riesgo de quedar como convidado de piedra entre los dos ases, un estatus que para nada entra en el pensamiento de jinete de Huelva.

 

 

 

Lo constata la tarde de Zafra, pero como cualquiera de las tres anteriores ya mencionadas en Huelva, Huesca y Don Benito. No es fácil salir a una plaza ardiendo por lo que antes ellos han hecho y lograr que el fuego no se apague. No es sencillo ser capaz de mantener intacta e intensa la atención del público cuando viene éste de un cúmulo de emociones tan elevadas como las que Pablo y Diego generan. Pero ahí está el mérito de quien lo consigue. Como Andrés en los compromisos que aquí se valoran ahora. Porque al final de todos ellos llegó el de Escacena con el éxito por lograr, con casi todo por conseguir, en plena cuesta arriba para no quedarse sólo en la estela sino a la par de los ases. Y en las cuatro alcanzó Romero el empeño y la ilusión de ese póker de fotos cruzando una puerta grande junto a Hermoso y Ventura. Su trayectoria aquilata no pocos ejemplos de cómo el onubense saca de sí su mejor versión cuando las circunstancias más aprietan. Y eso le define y le sitúa con el derecho latente en su manos a aspirar. Porque antes de aspirar hay que demostrar que se es capaz. Como Andrés Romero en Huelva, en Huesca, en Don Benito y en Zafra. Cuatro tardes compartiendo el foco del éxito cruzando la puerta grande entre Pablo y Diego: a tenor de los hechos, el hábitat natural de Andrés.

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