Romero prepara Sevilla en La Merced
Por muchas razones, Andrés Romero vive el domingo una de sus citas más especiales de la temporada: Sevilla. Primero, porque es la primera plaza de máxima categoría que pisa este año y es en ellas donde tiene que ganarse su futuro inmediato. Segundo, porque sus actuaciones en la Maestranza se cuentan hoy por hoy por triunfos con dos salidas a hombros hasta ahora en 2014 y 2015. Y tercero, porque fue allí donde el onubense cumplió el sueño de tomar la alternativa.
Por todo ello, el 3 de abril es una fecha marcada especialmente en el calendario profesional del rejoneador de Escacena del Campo. Es el regreso a una de sus plazas talismán, una de las que más le ha dado y a ella acude en busca de más. De más porque a Sevilla no se puede ir por menos. Y a más porque, tras quedarse fuera de los carteles de Madrid, Romero necesita de un golpe de efecto que le abra nuevas puertas en la temporada. Meses lleva Andrés con el 3 de abril brillándole en los ojos. Meses de un intenso y constante trabajo de mentalización y de preparación física y técnica. Buena parte de todo ello lo puso el onubense a prueba estos días en la Plaza de Toros La Merced, la plaza de sus apoderados y la plaza de su tierra, donde se encerró con dos toros de Benítez Cubero –la misma ganadería del domingo en la Maestranza- ante los que mostró decisión, avances, nuevas suertes y fortaleza anímica.
Porque la prueba fue exigente. Sobre todo, por la condición diferente de los dos ejemplares que tuvo enfrente. El primero, templado y acompasado a más no poder, aunque con las fuerzas justas, lo que requirió del jinete un ejercicio de temple y de tacto que aprobó con solvencia y capacidad. La misma, aunque a otro nivel, de la que hubo de tirar para lidiar y cuajar al brusco segundo, que esperaba y golpeaba con cierta violencia cuando sabía la cabalgadura cerca. Esquivar esos envites destemplados, domeñarlos y encauzarlos no fue tarea fácil. Por eso el triunfo personal de Andrés Romero al terminar con su faena y reconocer que, con todas sus dificultades, ese toro le había exigido. Como también le satisfizo pulsar el momento de caballos claves como Perseo, Guajiro, Odiel, Bambú, Chamán y hasta el debutante Kabul.
Rodeado de su gente, en lo afectivo y en lo personal, Romero encaró este encuentro a solas con La Merced con la responsabilidad de quien se sabe a las puertas mismas de la Maestranza. Su plaza también. Ésa a la que llega el domingo en busca de repetir y de prolongar los éxitos de las dos últimas ocasiones. Eso y más porque, tratándose de Sevilla, nunca puede ser menos…
