¿Sabes, Guajiro? Hoy Andrés se ha acordado de ti. Toda la tarde. Incluso la mañana. Se acordaba del caballo que más le ha dado, de quien le ha hecho volar tantas veces a base de quiebros imposibles y de piruetas de colores. Se acordaba, te echaba de menos y se preguntaba cómo estarías tú en ese mismo instante en el que se lamentaba sin decirlo de que no estuvieras allí, con él, donde siempre. Hoy, en La Palma del Condado. Lleva días tu torero con una espina en el alma que no se le va a quitar hasta que tú te pongas bueno y vuelvas a pisar una plaza de toros. Son las cosas que tiene la lealtad sincera: que uno se duele en el otro cuando el otro le ha dado tanto tantas veces. Por eso hoy, Guajiro, Andrés, te ha echado de menos...

Y en la larga mañana de espera en La Palma, se propuso no fallarte, estar a la altura que juntos os ha traído a lo más alto que ambos habéis llegado, no defraudarte, ser él, ser vosotros y triunfar a lo grande. Y lo ha hecho, ¿sabes? Hoy Romero ha sido Andrés en pleno. Ese torero ambicioso, seguro, atrevido, conectado con la gente, cruzando esa frontera que lo marca todo en este mundo que no entiende de medianías. Lo ha sido con dos toracos de Benítez Cubero, que han sido exigentes pero también colaboradores. En el primero, fue Cheke quien ocupó tu protagonismo para, a tu manera, cuajar un tercio de banderillas soberbio. Sus quiebros han sido tus quiebros. Su sitio ha sido el tuyo. Su alegría para enganchar a la gente y meterla en el saco de la faena y convencerla y emocionarla ha sido también esa alegría tan tuya. Antes, Perseo paró con torería al de Cubero. Y después, Cantú toreó con temple. Y Bambú, ligado como siempre en las cortas. Cómo sería la cosa, Guajiro, que aun pinchando una vez, el público de La Palma le pidió con fuerza las dos orejas que le abrieron a las primeras de cambio la puerta grande de su reconocimiento. 

En el segundo, tu lugar lo hizo suyo Conquistador, ese rebelde que cuando está bien está como casi ninguno. Se ató el toro al costado, a un suspiro del estribo de Andrés, y así recorrieron los tres el diámetro completo de la plaza, muy templado y reunido, dejando uno de los grandes pasajes de la tarde. Había parado Bavieca, que sigue ganando y reivindicando protagonismo en cada ocasión que tiene, que ahora vienen siendo muchas. Fue fundamental ese recibo bajándole los humos al de Cubero sin quebrantarlo. Gracias a eso vino luego el impecable tercio de banderillas de Conquistador, batiendo y clavando con verdad y ajuste. Luego Odiel, con su tierra a tierra que tanta plaza llena, prolongó el nivel a más del trasteo. Y Bambú, otra vez, la redondez en las cortas y la rosa antes de que con Chamán, ahora sí, Andrés, tu torero, dejara un rejonazo en el que iba contenida toda la rabia por no tenerte hoy y por algún tiempo con él. Y consiguió su propósito de sentirse lleno al final de otro compromiso que era especial porque no estabas tú, Guajiro.

Seguro que a La Corchuela te llevaban los aires de la sierra el eco que del Condado le llegaban y que te hacían saber que tu torero la estaba formando gorda. Porque en el fondo sabías que no te fallaría, que triunfaría y que, por encima de todo, sería él. Ahí está su verdad, su patrimonio, su tesoro, su grandeza, la llave de su propio destino. En él y en ti, así que ponte bueno pronto, Guajiro, que Andrés te echa de menos...