La de Andrés Romero ha sido una trayectoria a más y a mejor desde su presentación en los ruedos en 2006. Temporada a temporada, el rejoneador onubense viene labrándose un sitio en el toreo a base de trabajo, dedicación, ambición y talento. Y todo ello puesto al fuego lento del tiempo preciso para que todo cuaje de verdad. El suyo es un camino recorrido paso a paso, creciendo desde abajo, a partir del circuito duro pero necesario de los pueblos, forjando un sólido bagaje desde el convencimiento de que lo que se cuece rápido no dura y de que las grandes cosas en la vida se hacen despacio. Ni siquiera al principio la cantidad fue lo más importante frente a la certeza de que el toreo es un oficio a muy largo recorrido. Más aún si cabe, el del toreo a caballo.

Sólo cuando se sintió en disposición de competir y de avanzar, Andrés Romero dio el pase al frente para emprender la escalada. En ella anda. El camino sigue por delante, pero éstas son las huellas de un torero, en números y en hechos, que explican su trayectoria creciente. Una trayectoria a más y a mejor. Lo prueban los números y lo constatan los hechos.