Andrés Romero pasa por su mejor momento de la temporada. No sólo lo dicen los resultados, la parte numérica de cada festejo (que se empeñaban en negarlo hace sólo unas semanas), sino, sobre todo, su toreo. Su actitud y su aptitud. Su decisión y su capacidad. Su seguridad y su solidez ya sea ante el toro bueno, el regular o el malo. Los de hoy en La Palma del Condado han sido de estas dos últimas categorías. Regular y a menos el primero de su lote, manso y parado, soso también, aunque con un fondo de nobleza. Malo de solemnidad, peligroso y a contraestilo para hacer el toreo, el sexto. Reservón, descastado y traicionero cuando la acometida (siempre a la defensiva) era hacia los adentros. Pero con los dos, con el regular y con el malo, ha estado hoy soberbio el jinete de Huelva. Y eso que ha aprovechado la cita para dar minutos, que dirían los cronistas deportivos, a aquellos caballos que están toreando menos. Por ejemplo, Bavieca de salida en el tercero y Ben Hur en banderillas en el sexto. Nadie que no siga la trayectoria de Romero podrá decir que, por ejemplo, Ben Hur se estrenaba esta tarde en la temporada. Y eso que le tocó hacerlo ante el sexto último de Luis Albarrán. Con clase respondió el equino a lo tosco del toro. Una y otra vez fue a buscarlo Andrés para echarle el caballo por delante como si una muleta fuera y una y otra vez lo toreó éste con un pulso milimétrico. Como Bavieca en el tercero: tacto puro para parar y embarcar la embestida del burel.

Los tercios de banderillas han tenido toreo y lidia cuando fue cada cosa fue menester. Toreo ante Caradura-80, el primero de los dos oponentes del rejoneador. Toreo con esa muleta con alma que es Conquistador. Pases al ralentí, dejando ver la infraestructura misma de cada una de las pasadas, largas y hondas, desde el pecho hasta la grupa, todas ellas con el toro toreado. Toreo con Cheke, que está, como Andrés, en un momento cumbre. Cada vez mejor y más determinante. En lo esencial y en lo espectacular de su manera de ir, de estar y de salir de los toros, quebrando donde el quiebro casi es milagro y saliendo con piruetas al segundo apenas de clavar. Toreo ligado y en redondo con Bambú cuando las faenas alcanzan ese punto en que o rompen o se quiebran. Bambú hace que rompan y que se disparen hacia arriba. Y otra vez el rejonazo entero y certero con Chamán. Dos orejas incontestables con fuerte petición del rabo que el palco no atendió.

La lidia llegó, tuvo que ser así, ante el que cerró capítulo, Islilla-81 de nombre. Contado queda que no valió ni uno solo de los esfuerzos de Romero por hacerle faena. Pero aquí no hay tiempo, ni tarde, ni toro que perder: todo vale, todo cuenta y todo sirve, así que Andrés le dio fiesta. Aun a costa de mil brusquedades. Pero para eso están caballos como Cantú y Ben Hur, especialmente hoy, éste último, que ha dado verdaderos muletazos al manso de Albarrán con una clase y un temple natural impropio para un animal que pisaba hoy su primer ruedo del año. Con Bambú clavó el jinete tres cortas más ligadas de lo que el toro permitía y, de nuevo, el rejonazo con Chamán para certificar la faena y la tarde. Tardó en caer el toro, pero ni aún así se han resistido los máximos trofeos para Andrés Romero, que hoy ha hecho parada cerca de casa para compartir con su gente un momento que es de dulce.

El onubense ha sido hoy testigo de la alternativa de Luis Martín Núñez. Se ha estrenado en estos menesteres y ha tenido el gesto de brindarle al torincantano el primero de sus toros. Un detalle más de torero absolutamente metido en su profesión. Disfrutando de ella. Es lo que tiene no rendirse nunca.