Y abrochó Andrés Romero tan intenso 14 de agosto con su ya habitual triunfo en Nazaré, sin duda, su plaza en Portugal. Donde cayó de pie la primera vez en ella y donde temporada tras temporada firma algunas de sus mejores faenas. También hoy. Sucedió ante el segundo ejemplar de su lote de Ascensao Vaz, un toro que, al menos, se dejó y al que multiplicó sus prestaciones en una lidia total que inició con Distinto. Lo nuclear vino en banderillas. La faena fue a más porque la lidia con Kabul fue impecable, ejecutada en los medios y sin mácula alguna. Explotó con Guajiro, tan puro, tan espectacular y tan de verdad. La forma de ir de frente, de ajustar el embroque, de quebrar tan donde los pitones ya queman y las piruetas con las que salir de las suertes, que fueron un terremoto en los tendidos. Quiso el onubense asegurar el triunfo y sacó a Jerjes, un seguro de espectacularidad por sus levadas que no dejan indiferente a nadie. Lectura inteligente de la faena por parte de Andrés Romero, que se vació en el empeño de reconquistar su plaza, Nazaré.

Más difícil lo tuvo en el primer acto porque el toro fue malo de solemnidad. Manso, deslucido, sin clase y acometiendo a oleadas. Las atemperó paciente el jinete de Huelva, que consiguió imponer el tempo de la pelea hasta volverla de su parte. Y la gente lo vio, por lo que se lo premió con la primera vuelta al ruedo de la noche.