Andrés Romero no cesa en su ritmo implacable de éxitos que viene marcando esta temporada y, especialmente, en este verano, cuando cuenta sus actuaciones por triunfos y salidas a hombros. Es la consecuencia del trabajo callado y sin pausa. En Zufre -a las puertas de su casa-, el onubense dejó de nuevo esa sensación de sazón y de madurez que predomina en sus comparecencias de este año. Un año que está siendo especial también por las novedades que están llegando a su cuadra, como Camel, la última de ellas que ha hecho su debut precisamente en Zufre. Novedades que se traducen también en los cambios de tercio de algunos caballos. Por ejemplo, Babieca -hasta ahora de salida- se estrenó ayer en banderillas, de igual forma que Montes -de salida también- lo probó para clavar las cortas. 

Andrés Romero redondeó su triunfo en el segundo de su lote, un toro que salió con pies y exigiendo, apretando a la cabalgadura, a lo que respondió con sorprendente oficio Fuente Rey, nuevo también esta temporada pero que va ganando galones a pasos agigantados. Galones que ya luce Kabul, junto a Guajiro, el pilar ahora misma de la cuadra del jinete de Escacena del Campo. Y Kabul y Romero desmostraron en Zufre por qué es así. El poso que le da este caballo a las faenas de Andrés, la seguridad, el sitio al que le permite llegar suponen un plus y eso se transmite enseguida al propio cuerpo de esas faenas y, por tanto, también al tendido. Porque, para más inri, Kabul tiene esa estética, esa torería que conecta muy pronto con los públicos. Fue entonces el momento de Camel, otro caballo de notable expresividad, que en cada pasada deja la sensación de expectación, que se queda metido en las suertes y que las resuelve con ajustadas piruetas ante los pitones. Montes se desenvolvió con solvencia en las cortas y el momento definitivo fue otra vez cosa de Chamán. Cobró Romero un rejón entero y, aunque precisó de un golpe de descabello, se reconoció su entrega y nivel de toda la tarde con la concesión de las dos orejas.

Una le cortó al primero de la tarde y de su lote, que paró con Carbón, un clásico en la cuadra del torero de Escacena del Campo, pero que en Zufre se ha estrenado en 2017, lo que da cuenta de la versatilidad que está adquiriendo su cuadra. Abrió el tercio de banderillas con Babieca, que se cosió al astado al estribo para conducirlo de costado y luego clavar muy de frente. Como Cheke, al quiebro, a pesar de que el toro cortaba el viaje y se ponía por delante. Andrés Romero puso las cortas con Bambú -impecable como siempre- y entró a matar con Chamán. Sólo si la espada hubiera sido más certera, el premio podría haber sido mayor. Aunque para mayor, la sensación, el poso, el eco de lo indudable: Andrés está haciendo de la dificultad virtud para crecer y crecer. Y todo sirve. Y todo llega. Al tiempo...