La regularidad por bandera. Y con ella, el triunfo. Es la doble máxima de la temporada de 2021 de Andrés Romero. La regularidad en la solidez de sus actuaciones, de su forma de estar ante los toros, de interpretar cada tarde, de compenetrarse con su cuadra y la regularidad en el tono alto de una campaña con mucho contenido. Y la tarde de hoy en Baza es un buen compendio de todo ello. Porque emergió el rejoneador de cada vez más vasto oficio que, por ello, transmite una apabullante seguridad en sus actuaciones. Un poso que le permitió cuajar muy redondo al buen primer toro de Prieto de la Cal que le cupo en suerte y que le regaló embestidas de mucho temple y ritmo. Y un poso que le sirvió mucho para imponerse al muy parado sobrero que lidió tras lesionarse nada más salir al ruedo su quinto toro titular.
Pronto se vio el son templado de su primer veragua. Lo percibió el onubense, que le tomó presto la distancia y la velocidad para pararlo y encelarlo. Lo cuidó clavando un solo rejón de castigo y lo disfrutó de pleno con Kabul ya en banderillas. Toreando de costado, muy cosida la embestida del astado al mando del jinete de Escacena del Campo. Y toreando en cada muletazo a cuerpo limpio que le instrumentó con Kabul, pasándose muy despacio la acometida del burel desde el pecho hasta la cola. Muy despacio, muy medido, muy armónico. Lo que alternó con la necesidad de abrir al toro que, poco a poco, se fue refugiando en su querencia del tercio hacia adentro. Pero la capacidad de Kabul para llegar tanto a los toros y de encelarlos y provocarlos sin tirón alguno corrigió esa circunstancia para que Andrés clavara preciso y a placer. Sacó luego a Jerjes, que puso la plaza en pie con sus espectaculares levadas y cobró con Chamán un rejonazo fulminante, que fue el mejor corolario a una hermosa faena.
Mucho menos le ofreció el sobrero al que se enfrentó en segundo lugar. Y eso que se desenvolvió con un galope armónico en el saludo, que Golondrina acarició. Pero el de Prieto de la Cal se fue rajando por momentos, lo que obligó a Andrés Romero a llegarle mucho con Caimán, tratando de provocar las embestidas que el cuatreño le brindó con cuentagotas. Tan reservón como fue el toro, tanto más se volcó el rejoneador para hacer las suertes y salvar esa distancia creciente entre su voluntad de triunfo y la condición a menos de su oponente. Impecable el carrusel de cortas con Chamán prácticamente ya a toro parado, lo que complicó y mucho el momento definitivo. Porque no ayudó nada el veragua y pinchó Romero en un primer intento, lo que le obligó a echar pie a tierra para finiquitar su actuación con el verduguillo. Nada de ello fue óbice para que el público le pidiera con fuerza la oreja que le fue concedida.