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28 de septiembre de 2014
pozoblanco
FERIA DE las mercedes
CORRIDA DE REJONES 6 TOROS de
LUIS TERRÓN
Pablo Hermoso de Mendoza
Manuel Manzanares
ANDRÉS ROMERO
 
 
UNA PUERTA GRANDE GANADA A PULSO

Hoy era otro de esos días en que tocaba triunfar y Andrés Romero ha triunfado. Lo ha hecho con dos faenas diferentes pero bajo un mismo patrón: el de querer por encima de todo. Querer para seguir sumando. Querer para seguir confirmando. Querer para ponerle el remate a una temporada de altas exigencias a la que el torero le está dando una alta respuesta. Queda dicho ya que el camino del toreo no entiende de empates: aquí todo tiene que ser victorias. Y esa gran victoria final en el año se gana a base de batallas donde sólo cabe eso: ganar. Como hoy. Romero le ha puesto al conjunto de su actuación la raza de quien está a por todas. Y eso tiene recompensa. Cierto es que no siempre, pero hoy sí. Aunque aún le cabe al balance final un matiz: si los aceros hubieran viajado un punto más certero hasta el punto de que el rejoneador no hubiera tenido que tomar el descabello, el triunfo podría haber sido más rotundo. De cuatro orejas, quizá. Lo hace pensar la intensidad con la que el público de Pozoblanco pidió los trofeos para el onubense.

 

La tarde cordobesa ha tenido otro denominador común al conjunto de la temporada: sigue sin salir ese toro que embista de verdad y que le ofrezca a Andrés la posibilidad de mostrar todo cuanto atesora. Aunque en esa contrariedad también se crece porque le obliga a uno a desarrollar otras capacidades, otras aptitudes, otras actitudes para que al final el objetivo del éxito se haga verdad. En esta línea, todo corrió de parte del rejoneador de Escacena del Campo ante Malencarado-15, de Luis Terrón, toro que manseó de salida y apuntó pronto que iba a durar poco. Lo paró Andrés con Carbón y con Cheke, ya en banderillas, dejó los pasajes de más transmisión con el tendido en esta faena. Fue al quebrar con esa precisión y despaciosidad con que lo hace este caballo, lo que permite ver al aficionado y sentir al espectador que ahí ha pasado algo especial. Lástima que al hacerse presente de nuevo en el ruedo ahora con Cantú, el de Terrón se hubiera ido ya a su refugio de los adentros de donde ya no salió. Y eso marcó el final de faena. Con el propio Cantú, como con Bambú al clavar las cortas, e incluso, con Chamán dificultando la suerte final. Tuvo que echar pie a tierra el jinete de Huelva para descabellar y ahí anda como un cañón. La oreja cayó de inmediato.

 

Más calidad y, sobre todo, más temple reflejado en el buen son que tuvo de salida desarrolló el segundo del lote de Andrés Romero. Diminuto-18, de nombre y también de Luis Terrón. Esa buena condición inicial permitió al onubense hacer un toreo de pulso y tacto desde le momento ya de parar al burel marsellés en mano a lomos de Perseo. Primero se fue a por él a portagayola. El toro salió desentendido de ese primer lance, pero Romero lo enceló después en su cabalgadura para llevarlo muy metido en los vuelos de su galope. Se gustó y disfrutó el rejoneador en este inicio de faena corregido y aumentado luego en banderillas, otra vez, con el sello de lo despacio y muy pulseado. Fue con Conquistador y no sólo al clavar, también al embarcar no sin esfuerzo al de Terrón en el galope de costado del tordo para recorrer así media plaza en varios tiempos. No se cansó Romero de citar y de embarcar una y otra vez al cuatreño confiado en los quilates que iba a tener después cuando lograra hilvanarlo el viaje de tres hechos uno: toro, torero y caballo. Guajiro puso entonces la emoción y el espectáculo con su manera tan vibrante de quebrar y sus piruetas casi en ese sitio donde hay el sitio justo. Precisión y ligazón con las cortas y una rosa montando a Bambú después de recibir el jinete un seco pitonazo en su costado derecho, hasta donde el toro alcanzó a ponerle su instinto defensivo. Como en Málaga... Un pichazo hondo y un descabello empleó Romero para pasaportar al burel y mucho tardó el palco en asomar el pañuelo que abría definitivamente la Puerta Grande del Coso de Los Llanos de Pozoblanco. Y eso que fue abrumadora y unánime. Sufrida, sudada, peleada y, al fin, ganada esa oreja como también la salida a hombros final. Justo el objetivo siempre buscado. Ya saben que aquí en el toro, empatar no vale de nada, sólo ganar. Hoy Andrés Romero ha ganado, ha convencido y ha sumado para poner sus logros, como mínimo, al nivel más alto de las altas exigencias de una temporada de ésas que ponen a prueba.

Ficha del Festejo
Plaza de Toros de POZOBLANCO (Córdoba). Media entrada. Se lidian toros de LUIS TERRÓN.
 
Pablo Hermoso de Mendoza: dos orejas y dos orejas
Manuel Manzanares: oreja y oreja
ANDRÉS ROMERO: oreja y oreja
 
 
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