Andrés Romero sigue sumando en su temporada de 2022 y se trae del festival de Campanario otras dos orejas y una faena rotunda y de mucho calado en el tendido, que confirma su momento de solidez y de compenetración con una cuadra muy joven, pero también muy capaz. Brindó el onubense su novillo a Manuel Jesús El Cid, hoy compañero de cartel. Reconocimiento a una trayectoria intachable y ejemplar. Y empezó su faena con Copito, la última incorporación a la cuadra. Un caballo capaz de aplicar su temple innato a la embestida sin ritmo, ya de salida, del utrero. Lo cuidó dejando un solo rejón para dar paso a un fantástico tercio de banderillas protagonizado por las dos nuevas sensaciones de su arsenal. Meridio y Farrugia. El primero, cumbre, clavando al quiebro en distancias muy cortas, doble mérito aún porque a la acometida del astado le faltaba entrega, era incierta, pero se la jugó y ganó Andrés en cada moneda al aire con Meridio. Ya ahí se metió de lleno el público en su labor, que se encendió con las banderillas a caballo y toro parado con Farrugia, un derroche de valor y de precisión en manos de Romero, que se pasó a su enemigo realmente cerca. Guiño de solidaridad con Ucrania con Mozart, que lució lazos con los colores de su bandera, para luego protagonizar el rejoneador de Escacena del Campo un carrusel de cortas de notable exposición también porque el novillo se ponía por delante y se tapaba. Igual que hizo a la hora de matar, que no fue sencillo, por lo que tuvo que tomar el descabello, lo que no fue óbice para hacerse con dos orejas, otra vez, inapelables.