¿Y si pasara? Otra vez, como hoy... ¿Y si pasara que acompañaran el baile dos toros del son templado de los de hoy? Con esa clase y esa franqueza en sus embestidas. ¿Y si pasara otra vez ese dominio de cada tiempo de la corrida? Ese saberte dueño de cuanto pasa a tu alrededor. Ese saber que es sí o sí, hoy y solamente hoy. Que es Ronda y en Ronda todo tiene que ser hermoso. Como Ronda misma.
¿Y si pasara que Máximo pudiera templar las embestidas como a él le gusta? Como hoy ¿Y que Golondrina las acariciara como hoy también? ¿Quién diría que apenas está echando a volar? ¿Y si pasara que Kabul, como hoy, como siempre, dominara la lidia porque su capacidad y su valor se lo permiten: pisar esos terrenos donde el mando se impone sin remisión? ¿O que Caimán encelara a los toros como si tuviera muñecas que echaran por delante los vuelos imaginarios de un capote que es su propio cuerpo? ¿O que Jerjes elevara en cada levada el diapasón de esa tarde como el de esta mañana?
¿Y si pasara, que Guajiro, eterno e incombustible, pareciera haber nacido maestrante y se sintiera como en el patio de su casa? Como hoy y como siempre aquí, en su Ronda. Y que se rebozara en su diferencia, en lo que lo hace único, especial, fundamental. En ese halo que no caduca de lo extraordinario. Como sus quiebros tan a pecho descubierto, tan con el corazón por delante. Corazón de un torero que nació en el alma de un caballo. Y como sus piruetas tan al filo del alambre, donde tienen sentido, donde merecen la pena, donde tienen que ser, donde son un puro derroche de pureza. ¿Y si pasara que Chamán, como hoy, no tuviera vértigo al asomarse al precipicio donde es cara o es cruz, pero donde no hay canto posible, sólo cara y solo cruz?
¿Y si pasara, Andrés, que esa tarde fuera tuya como tuya esta mañana? Aquella Maestranza como ésta otra. Ronda, tan romerista y Romero, tan rondeño. Como hoy, como cada vez que viniste. Hoy ya pasó. Pasó de nuevo y fue hermoso. Como siempre. Pero ahora, ¿te imaginas que también pasara entonces, Andrés...?