Las dos caras del compromiso presentó Andrés Romero en su debut en Idanha a Nova para imponerse en una noche de nuevo exigente. De un lado, la cara que muestra al torero de sólidos cimientos técnicos y sentido del temple para cuajar al buen primer toro de Júlio Justino con el que abrió su concurso. De otro, la de la capacidad y la ambición que no le tuerce nunca el gesto a las complicaciones de los toros que, como su segundo, hay que ir siempre a buscar, sostener para que no se vaya y, aún así, encontrar el lucimiento con él. La frescura, la lucidez, las ganas de triunfo por encima de todo marcaron definitivamente la suerte del rejoneador de Huelva, que suma otra plaza portuguesa a sus conquistas.
El primero fue un buen toro, que se movió con alegría, lo que le infirió mucha emoción e intensidad a la faena del jinete onubense. Tras recibirlo con Distinto, se lo dejó llegar muy cerca con Caimán para encelarlo y torearlo de costado cosido al estribo, muy templado, antes de clavar tres banderillas soberbias yendo muy de frente. Con Guajiro alcanzó la cima de su actuación porque aprovechó Andrés el motor de su oponente para arriesgar de verdad en las banderillas al quiebro, tan milimétricas en su ejecución y con el broche vibrante de las piruetas, muy ajustadas también. Fue un bello pulso del rejoneador con el toro de Júlio Justino, un ejercicio exigente que aprobó con solvencia y brillantez.
Se dejó menos el segundo de su par, un toro que manseó y que fue reservón. Lo paró con Máximo, con el que pronto le cogió el aire al ejemplar de Justino, muy pesado, al que hubo de llegar mucho para provocar sus embestidas. El núcleo de la faena, en banderillas, fue con Kabul, experto ya en lidias difíciles, de ésas que requieren ir a buscar a los toros a su terreno, provocarlos en la corta distancia y templar luego sus oleadas para domeñarlas. Hecho lo clave, sacó a Jerjes para imprimirle al conjunto la espectacularidad que le es propia con sus levadas que tanto conectan con el tendido. La vuelta al ruedo tuvo el mismo clamor de la acogida del público de Idanha a Nova a la entrega total y el hacer sin fisuras de Andrés Romero, que suma y sigue en este agosto apasionante de una temporada rotunda.