La cerrazón del palco presidencial ha privado hoy a Andrés Romero de sumar una nueva puerta grande en Tordesillas, donde el onubense ha firmado una sólida actuación ante un lote de toros a menos de Luis Terrón, que se fue parando. Y es que pidió con mucha fuerza el público el segundo apéndice para él al término de su faena al quinto, pero el presidente no atendió esa petición, lo que le acarreó una sonora bronca. Lo puso todo el jinete de Escacena del Campo por superar la sosesía de su segundo oponente, que tuvo nobleza, pero escaso gas. Arriesgó en cada encuentro, llegó mucho al astado y se ajustó en las suertes sabiendo la corta respuesta que encontraría. Mató pronto, pero no le fue suficiente para convencer al usía.
En su primero, otro toro de similar comportamiento, que salió con pies y movilidad, pero que se fue apagando como una vela, también volcó Romero todos sus intentos en sobreponerse a esa condición y logró conectar con el tendido en el transcurso de una faena marcada por la entrega. Pero pinchó con el rejón definitivo y su premio se redujo a una fuerte ovación.