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Los niños de Escacena del Campo juegan a ser Andrés Romero

El ambiente era hoy de fiesta en el CEIP Virgen de Luna de Escacena del Campo. Se celebraba el Día de Andalucía. Las clases se habían sustituido por actuaciones musicales y representaciones que hacían que fuera una mañana distinta, especial. La noticia había llegado a oídos de Andrés Romero: "Hay varias clases de Infantil que se han unido y van a representar una corrida de toros en la que el protagonista eres tú". En este caso, un niño que se había pedido hacer de Andrés Romero. Ante algo así, el ídolo sólo podía responder de una manera...

 

Y he aquí que Andrés hizo un receso en su casi clausura de La Corchuela (que Valencia está ya a la vuelta de la esquina) y se bajó a su pueblo, a su cole, con su gente. Pero lo hizo por sorpresa, sin avisar. Sólo Javier, el director del centro y cómplice de Romero para tantas cosas, estaba avisado: el torero agradecería a los pequeños y a sus profesoras su detalle asistiendo por sorpresa a la representación. Llegó el torero al colegio casi a escondidas, nadie podía verle, menos aún los niños y niñas, quienes, impacientes, aguardaban su turno en el salón de actos acicalados cada uno según el papel que le tocaba desempeñar. Estaba desde el presidente del festejo con su bigote y todo hasta el mismo toro, pasando por banderilleros, mulilleros y, por supuesto, el público. Ellas, guapísimas todas, tocadas con sus mantillas, como tiene que ser... Por no faltar, no faltó ni una pancarta confeccionada por los niños y sus profesoras donde, como en la vida real, rezaba: "Escacena del Campo con Andrés Romero".

 

Se descorrió el telón y allí que aparecieron todos ellos. Simpáticos aunque abrumados por la ovación de todo el público que llenaba el salón de actos. La presentación... y comenzó la actuación. El presidente, deseándole suerte al Andrés Romero de miniatura. El rejoneador, con su caballo y todo, asegurando que todos se iban a divertir. Dicho y hecho. El público -papis, mamis y los profes- no daban crédito a tanta gracia mientras intentaban, más impacientes ellos aún, captar ese instante para el recuerdo. Terminó la faena y, por supuesto, el palco de los compis concedió al Andrés Romero del mañana las dos orejas. Y, cuando éste las mostraba, apareció en el escenario el Andrés Romero de verdad para sorpresa, no sólo de los pequeños, sino también de sus mayores. La ovación fue atronadora. Tanto como los gritos de "torero, torero" para ese hombre que un día fue niño y que pisó también ese colegio.

 

 

Nada de ello se le ha olvidado a Andrés Romero, que siempre reserva para su pueblo y para su gente el sitio más especial. Y detalles como el de hoy. Emotivo, emocionante e inolvidable para todos. Tanto, como las caritas de los niños y niñas de Infantil del CEIP Virgen de Luna de Escacena del Campo mientras desayunaban -era el justo premio a su talento- contemplando cómo su torero y su ídolo les firmaba esa postal que ya guardarán para siempre. Es la magia de los niños, la magia de la tierra y la magia del toreo.

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